domingo, 30 de septiembre de 2012

30 sep. 12



La gente había dejado de entenderle. Cada palabra que decía parecía ser solamente un balbuceo para los demás, a pesar de que él mismo las escuchaba y las entendía muy claramente. Cuando abría la boca para decir algo, todos huían. Poco a poco, todo se fue tornando borroso, hasta que perdió la conciencia.
Cuando despertó, lo primero que vio fue algo que parecían sus propias piernas, tiradas a unos cuantos metros de distancia; examinó sus cercanías y solo pudo ver sangre, llamas, humo y escombros, hasta que de repente, en una vitrina frente a él, pudo cruzar su mirada con la de alguien más, alguien que no estuviera huyendo por lo menos. En el reflejo se encontró con la mirada de una mujer que no paraba de verlo, parecía estar atrapada entre unas cosas que se asemejaban a espinas, tubos o huesos, no estaba seguro. Trató de decirle que la salvaría, pero cuando abrió la boca para hablar, la mujer comenzó a gritar. Levantó la mirada y vio unos ojos rojos, no como la sangre, sino como las brazas ardientes de una fogata. El terror lo invadió y quiso huir, pero los gritos de la mujer no se alejaban, sin importar cuánto corriera.
Se detuvo cuando a lo lejos aparecieron una vez más los ojos ardientes; esta vez se acercó para mirarlos con detenimiento en el espejo. Había tristeza y miedo en ellos, le recordaban una mirada que ya conocía.

sábado, 29 de septiembre de 2012

29 sep. 12



No podía dejar de tallar estatuas de madera. No dormía, no comía, no conversaba con nadie ni salía de su casa más que para ir al bosque a conseguir más madera. Creaba niños, mujeres, hombres, animales.
- Rostros que jamás he conocido en persona… solo en mis sueños- me dijo en una ocasión.
- Parece que quisieras hacer una ciudad entera- le dije bromeando.
- Algún día seré rey – me contestó, sin un solo rastro de duda o de gracia en la mirada. Eran los ojos de alguien que miraba al futuro.
Jamás lo volví a ver.
Un par de semanas después de nuestra charla fui a visitarlo, pues no había otra manera de contactarlo.
Lo único que encontré en el taller fue una figura pintada en el suelo con símbolos en un idioma extraño, como los del libro que en una ocasión me mostró. Las estatuas habían desaparecido, junto con él. No pude evitar reírme. Finalmente el bastardo lo consiguió.

28 sep. 12



No le gustaba entrar al baño por las noches, porque aunque vivía en un tercer piso, siempre que iba, una mujer tocaba a la ventana de esa habitación, como queriendo entrar. Nunca había podido verle el rostro, pues era borrosa como una sombra y fría como el invierno.
Finalmente, un día tuvo demasiada urgencia  y no le quedó más que ir; la mujer tocó a la ventana y él, con miedo, le pregunto:

-          - ¿Quién eres? ¿Qué deseas?

Y la sombra jamás volvió a tocar la ventana.

jueves, 27 de septiembre de 2012

27 sep. 12



Lo que ahora se estaba comiendo había sido una vez su mejor amigo. Su sabor era lo mejor, podía jurar nunca haber comido algo así de sabroso. Tenía ganas de platicarlo a alguien, pero cuando miró a su alrededor, estaba completamente solo; su única compañía sería su hambre, para el resto de la eternidad.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

26 sep. 12



Esperaba en lo profundo del océano, soñando, pensando, planeando. Pronto regresaría a reclamar lo que era suyo.

martes, 25 de septiembre de 2012

25 sep. 12



-¿Y cuando regreses por mí volverán a matarme? – preguntó él.
- Cuando vuelva por ti, nada de este mundo podrá dañarte. – Le dijo ella mientras cerraba el sarcófago. La tumba estuvo cerrada durante los siguientes casi seis mil años.

lunes, 24 de septiembre de 2012

24 sep. 12 – 2



Cada que acababa con la vida de uno de los 108, uno de sus tatuajes cobraba vida y lo hacía más poderoso, justo como la voz de su cabeza le había dicho en aquella ocasión. 

24 sep. 12



Su madre llevaba solamente un par de años muerta, pero sus huesos ya estaban totalmente descarnados. Tomó el fémur que parecía más sólido y salió de la tumba, sin preocuparse por taparla debidamente, de todos modos al terminar de hacer lo que debía, nada de esas trivialidades  importaría realmente.
Siguió los pasos que indicaba el libro –el que encontró en ese cofre cerrado con ese raro candado, en el cuarto de su abuelo- y le quitó el centro al hueso, lo rellenó con el polvo que había preparado la noche anterior bajo la luz de la luna llena; lo forró con la piel de la serpiente negra, cuidando no dañar los colmillos y se aseguró de colocar debidamente la culata hecha de madera junto con el pequeño cuenco donde debía ir el aceite hecho de la grasa de aquel bebé. Estaba terminado, pero como decía el escrito, tenía que esperar al momento más oscuro de la noche.
Cuando fue la hora, tomó el rifle recién hecho, apuntó a las estrellas que se veían por encima de las montañas, se aseguró de pronunciar las palabras correctamente –como lo ensayó tantas veces- y encendió la pólvora. Se oyó un grito a lo lejano, y esa persona, a la única que alguna vez había odiado, cayó muerta, como fulminada por un disparo, al otro lado del mundo.

domingo, 23 de septiembre de 2012

23 sep. 12


Cuando despertó lo primero que sintió fue lo frío de su cara y algo que escurría por sus manos, las cuales miró para darse cuenta de que estaban cubiertas de un líquido rojo. Levantó la vista y pudo ver el cuerpo de ella tirado en el centro del círculo blanco que juntos habían pintado hacía un par de horas. Entonces escuchó la voz grave de ese al que habían llamado.

sábado, 22 de septiembre de 2012

22 sep. 12



Por las noches soñaba con llegar más allá de las estrellas, a planetas lejanos donde pudiera conocer colores, olores y sonidos que no había en la Tierra.
Ahí, en cada sueño, conocía siempre a una persona diferente, a la que le decía su verdadero nombre, pero al despertar, sin importar qué, lo olvidaba. Un día se propuso recordarlo, aunque fuera siquiera una letra por vez; así lo hizo, anotando una letra o dos por año en una libreta. El día que pudo pronunciar su verdadero nombre, lo comprendió todo.